martes, 14 de julio de 2009

Diseñadora empírica

Un cuerpo perfecto de 50 centímetros de estatura fue la fuente de inspiración. Vestidos, faldas y blusas hechos con las medias veladas de mi madre, los retazos de tela sobrante de los modistos, eran la materia prima para crear los looks que vestían a la muñeca.
Después de un tiempo la atención se volcó en los accesorios. Las famosas chaquiras de colores, el nylon y uno que otro collar destruido de mi madre, eran suficientes para crear una nueva pieza digna de presumir.

Este gusto por el diseño y la moda, es reconocido por mi familia y es por esto que mi padre me regala una máquina de coser.
La Brother 811ATF se ha convertido en mi compañera de aventuras, viajando de Cali a Bogotá, una pequeña visita a Cartagena (Colombia) y ahora me acompaña aquí en México. Con ella he aprendido puntada tras puntada a confeccionar blusas, faldas y hasta un vestido.

Por el momento mis creaciones siguen quedándose en casa, soy yo quien las luce y las presume ante los demás.
Teniendo en cuenta historias similares, Tul en Bogotá (http://www.tulonline.com/catalogo.swf) o Chicle de México, que comenzaron como pequeños ejercicios y en la actualidad ya se comercializan fuera del círculo de amigos, la posibilidad de hacer de un hobbie o pasión un negocio, no es tan descabellada.
Por ahora, el reto queda en pasar de ser una diseñadora empírica a aprender algo de técnica y así, ¡tratar de conquistar el mundo!


Blusa corte alto y mangas amplias


Blusa pintada a mano con lentejuelas

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